Cerca de mil participantes se conectaron con el II Congreso de Innovación Educativa, organizado por el Fondo Nacional de Desarrollo de la Educación Peruana (FONDEP), que tuvo lugar del 23 al 25 de noviembre en un formato semipresencial.
Durante tres días, el público inscrito pudo seguir 3 conferencias magistrales y 9 mesas de experiencias dirigidas por expertos y especialistas de Argentina, Alemania, Uruguay, España y Perú. Estas sesiones se enfocaron en la reflexión y el intercambio de experiencias sobre la ´Innovación basada en evidencias’.
En el evento también participaron el presidente del FONDEP, Alindor Bazán; la gerente ejecutiva (e), Nadja Juárez y el integrante del Consejo de Administración, Fidel Rojas.
A continuación, compartimos algunas conclusiones que nos dejó esta segunda edición, la cual se consolida cada año.
1- No basta con recopilar datos; es necesario procesarlos y analizarlos para generar conocimiento, y luego determinar qué funciona y qué puede ser replicable. Este proceso también facilitaría establecer qué podría funcionar en contextos específicos, poniendo en valor el conocimiento generado como resultado de la reflexión sobre las experiencias realizadas.
“Los actores involucrados también deberían acostumbrarse a generar evidencia propia y realizar el procesamiento para informar sus decisiones”. Antonio Olivera, coordinador de Desarrollo Pedagógico en la DES del Ministerio de Educación.
“Aprovechar las potenciales bases de datos que pueden servir de punto de partida para informar el diseño de los proyectos de innovación y también la investigación acción”. Frank Villegas, docente en la Escuela de Posgrado de la PUCP.
2- Las evidencias no se encuentran solo en las producciones de los estudiantes, sino también en las relaciones y comportamiento cotidianos de la escuela y en las interacciones con otros actores. Este proceso de gestión de evidencias puede lograr que las personas sientan que sus aportes son reconocidos y que las dinámicas de aprendizaje se hagan visible.
“Es importante que las evidencias no se limiten solo a la experiencia al interior de la escuela, sino también que se explore de qué manera se pone en acción el ecosistema de innovación”. Patricia Quevedo, especialista del FONDEP.
“Deben constituirse redes de colaboración entre diversos actores y es necesario explorar las escuelas como parte de un territorio”. Leonardo Piscoya, especialista del FONDEP.
3- Construir una cultura que respalde el uso de evidencia es fundamental. Aunque la motivación para hacerlo existe, no siempre se concretiza debido a brechas de formación y a las dificultades de articulación entre la academia y los espacios escolares.
“Se requiere generar investigación relevante para las problemáticas reales de las escuelas que debe estar unida a la movilización de los actores, promoviendo mecanismos efectivos para diseminar la investigación y para sintetizar y difundir resultados en lenguajes y formatos claros”. Karla Fernandini, directora de Desarrollo Estratégico e Incidencia en SUMMA.
“Explorar cómo generar innovaciones educativas con enfoque territorial potencia las experiencias formativas de futuros docentes, se optimizan recursos que se ponen en juego, se coordina intersectorialmente y contribuye a la transformación de la comunidad local desde acciones educativas”. Albina Bilbao, coordinadora académica de los programas de Educación Inicial en EESPP CREA.
4- No existen evidencias únicas, ni instrumentos exclusivos para recopilar información. Es importante generar portafolios como colecciones de evidencias, justificando debidamente su inclusión. Estos portafolios pueden registrar tanto el proceso como los productos finales.
“La creación y gestión de los portafolios debe ser una tarea en la que los estudiantes juegan un rol central. La documentación de las innovaciones debe permitir la visibilidad de los resultados y esto requiere de cambios en la formación de maestros, compartir experiencias y reflexionar para planear futuras intervenciones”. Rebeca Anijovich, docente e investigadora de la Universidad de Buenos Aires.
5- Las escuelas deben convertirse en comunidades de aprendizaje donde se investiga para generar cambios, promoviendo el aprendizaje a partir de la acción. En ese sentido, tres procesos deben articularse: la sistematización acción de las experiencias, la Investigación-Acción Participativa en Educación (IAPE) y, finalmente, la evaluación y valoración de los cambios y los aprendizajes.
“Es necesario que los ciclos del proceso de la IAPE dialoguen con los calendarios de las instituciones educativas, de manera que no se conviertan en procesos adicionales a los que los docentes realizan. Esto se alinea con la necesidad de comprender que la innovación educativa es un enfoque en el que los proyectos de innovación se convierten en herramientas para promover cambios institucionales”. Alain Santandreu, investigador de ECOSAD.
“A través del acompañamiento de la IAPE es posible generar evidencias valiosas que pueden ser usadas de manera reflexiva y sistemática para tomar decisiones. Para ello, se necesita que las personas se apropien de la temática, para luego pasar a un momento de recolección de data y análisis para decidir qué hacer con la información”. Silvina Montero, coordinadora del área de Investigación de ESCODE.
6- No perder de vista cuál es el problema que dio lugar al proceso. Es recomendable revisarlo periódicamente para asegurar una comprensión profunda e, incluso, reformularlo si fuera necesario.
“Es necesario tener claridad respecto a la asociación entre los indicadores y el problema que se quiere atender y es importante utilizar estrategias como las matrices de feedback para recoger las percepciones acerca de qué funciona y qué no”. Naomi Uchima, docente de Posgrado de la PUCP.
7- Evaluar no siempre implica calificar y hay que estar preparados para saber qué hacer si los resultados no son los esperados. Es necesario entender la evaluación como un proceso más amplio que va más allá de la asignación de notas, involucrando la comprensión profunda de los logros y desafíos identificados. Ante resultados inesperados, es importante contar con estrategias de intervención y ajuste, encaminadas a mejorar continuamente el proceso educativo.
“Las personas a cargo de los procesos de innovación educativa deben mantener apertura a la crítica y recopilar data sobre aquello que no funciona a fin de aprender de las experiencias e introducir mejoras en sus desempeños”. Thilo Bock, director de proyectos en la ONG Amantani.
“Parte de la reflexión docente es qué hacer con la información para reformular las rutas trazadas, para detectar y atender necesidades o para generar cambios en las prácticas docentes”. Roxana Manrique, coordinadora del MYP – IB, Casuarinas College.